Ella
Ella era preciosa,
desnuda en su totalidad hasta cuanto uno quisiera poseerla. Era libre, pero
moldeable tanto como nuestra propia mano quisiera darle forma y color. Ella era
pura desde su creación pero, objeto de múltiples copias y burlas, la utilizaron
para finalidades deshonrosas, aportándola de trapos sucios y viejos. Pero ella
seguía siendo la misma de antes, y gracias a su luz y claridad, consiguió
brillar ante manos talentosas. Ella tenía esa mirada que lo decía todo en pocas
palabras. Ella aportaba amor sin condición. Ella era única en su condición de
poesía. Ella. Simplemente era ella.
Eva Lermas Fernández
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