Incertidumbre
No
conocía que mi corazón pudiera contener tantos trazos irresolutos, tales líneas
transparentes para nuestra vista, pero totalmente opacas para nuestra alma. Si
mi interior pudiera sobresalir, visualizar lo que existe en el exterior. Si,
por una vez, mi alma y mi cuerpo pudieran dividirse en dos; separándose,
alejándose por breves instantes… pero para ello necesitaría valor. Una valentía
que mi corazón no creo que pudiera soportar.
Puede,
que mi mente me ofrezca mil atavíos, mil razones para avanzar. ¿Sería eso un
aviso de entereza? ¿Tendría la seguridad de sentir, por un momento, que vale la
pena volver a levantar? Quizás sea hora de rendirme. Mis rodillas se
encontraban marcadas, dolorosamente, por rozaduras de esperanza. Una seguridad
que creía no existir y que terminó por resurgir en últimos instantes. Pero
aquellos tiempos de vitalidad dieron paso a incertidumbre y obsesión.
No.
No creo que deba resurgir de mis cenizas, tal como renace el fénix, ¿no creéis?
Quizás encuentre mi camino entre la oscuridad que tanto me acecha. Puede que mi
destino sea hallarme encarcelada por mi mismo ser. Que mi alma no pueda
separarse de mi cuerpo; no conseguir la libertad. ¿Realmente sería este mi
camino?
En
múltiples ocasiones le prohibí a mi mente que se liberara de estas ataduras que
tanto me martirizaron. Le aconsejé que, bajo esta vulnerabilidad que nos dominaba,
finalizara su expedición por los bajos fondos. ¿Cómo podía seguir avanzando si
mi seguridad había desaparecido?
Puede
que mi destino necesite buscar otro camino para completar mi corazón. Una
alegría que podría encontrar de otro modo; eliminando, durante esta travesía, la
ilusión que la otra me ofrecía. Pero, ¿no sería la misma finalidad, la de
cumplir mis objetivos? Puede que me precipite, renovando doctrinas que
anteriormente me funcionaron. Pero la desesperación provoca situaciones
desmedidas.
Mi
meta parece emborronarse con cada paso que avanzo. Mi interior me grita
pidiendo auxilio, por una causa que antaño me rebosaba de alegría. Me llenaba
de ilusión, me aportaba sabiduría y comprensión. Ahora, no tengo nada... Solo
reflexiones sobre qué realizar; si detener mi camino o proseguir su curso.
Pensamientos que dominan hasta el último rincón de mi persona.
¿No
sería esa una manera de avanzar en la vida? ¿Una nueva doctrina con la que
encauzar libremente mi alma y mi cuerpo, provocando esas sensaciones que tanto
anhelo? Quizás no sea demasiado tarde volver atrás. Puede que yo misma esté
descubriendo, gracias a mis reflexiones, un nuevo camino con el que completar
mi travesía; un mundo que se abre ante mi, repleto de oportunidades.
Lara Evems
Comentarios
Publicar un comentario