Carta a Papá Noel


Como este año me he portado muy bien, quiero que me traigan un coche. Pero, ¡un coche de esos que van con mandito! Un teledirigido de esos, con una antena incluida. ¡Y que no falten las pilas! que siempre se os olvidan ponerlas en los regalos.
Además, quiero el barco pirata de play mobil. No voy a darle mucho uso... pero para tirarlo por el balcón me sobra. Al fin y al cabo... la diversión se encuentra en tirar las cosas y que las demás personas las recojan.

Que por pedir que no sea, para mi hermanita quiero una barbie. ¡La más rubia que haya! Y por favor... ponerle ropa interior que cuando se va a cambiar, ¡se le ve todo!. Y también una casita y otro coche para su muñeca, que si no debe irse andando a todos lados y no tendría donde dormir.

Y ya que estamos, para mi mamá unas llaves nuevas, que siempre las está perdiendo. Y un macuto con pinturas (por lo visto no sale de casa sin maquillar). Y a mi papá un coche nuevo porque siempre se queja del suyo. Y también algo de vino o cerveza, que ahora en fiestas se la beben muy bien.

Bueno y para acabar quiero un perrito nuevo, porque el que tengo está muy solo. Así juegan juntos. ¡Podrías traerle un cachorrito! Creerá que mi Linda es su mamá.

Papá Noel, vuelvo a repetir, me he portado muy bien. He estudiado mucho, he sido bueno con mis padres, no les he robado nada... ¡No he hecho nada de eso qué decís que es malo! Así quiero mis regalos a las 24.00.

Una abrazo, Adrián, 10 años.

Cuántos recuerdos... momentos inolvidables que salen a la luz los días más oportunos. Éramos pequeños y sólo entendíamos de regalos y de risas. No pensábamos que un día como este fuera a ser tan importante en tu vida, hasta que avanzas y maduras. Te das cuenta de las barbaridades que pedías, cosas sin sentido y sin utilidad que desechabas a los seis meses. ¡Y todo por pedir! Parecía que cuanto más obsequios tenías, más bueno eras, o más importante te creías. Ahora entiendo que no.

No todos los niños buenos puedes alcanzar todos los regalos. Ni a los de mal comportamiento se les castiga sin éstos.

Actualmente, pueden haber cambiado las cosas. Más consentimos a nuestros hijos, deleitándoles con juguetes que no utilizarán, o con animales que serán abandonados el día de mañana. Aún así, realizamos estos actos sin pensar en la educación de nuestros hijos. ¿Qué pensarán cuando ya no les regalen tanto? ¿Seguirán queriendo más hasta llegar a la violencia infantil?

Debemos ser conscientes de las necesidades de nuestros hijos. Esto no quita regalarles lo que te pidan con la condición de portarse adecuadamente, siendo el respeto la cualidad más importante para éstos.
Porque, en realidad, ¿a quién no le gustaría volver a ser niños para poder tener regalos a montón; donde la ilusión se encuentra presente en todo momento; donde la familia se encuentra reunida con todos sus componentes? Y más importante aún, ¿no desearíais volver al pasado para revivir aquella inocencia tan deliciosa que nos determinaba, una vez más?



Lara Evems

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